sábado, enero 25

ÑUÑOA EN CINCO CASAS HISTÓRICAS


ES DE CONOCIMIENTO PÚBLICO QUE LA COMUNA DE ÑUÑOA ESTÁ VIVIENDO UNO DE LOS PROCESOS DE RENOVACIÓN URBANA MÁS RÁPIDOS Y BESTIALES QUE RECUERDE NUESTRA HISTORIA RECIENTE. ENTRE GRÚAS, TALADROS Y CAMIONES DESAPARECEN AÑOS DE IDENTIDAD COMUNAL, ESPACIOS EMBLEMÁTICOS E INMUEBLES QUE DIERON CARÁCTER A UN SECTOR QUE HACE NO MÁS DE 30 AÑOS ERA ELOGIADO POR SU AIRE CAMPESTRE Y APACIBLE ESTILO DE VIDA. 
LOS INCENDIOS, LAS DEMOLICIONES Y EL ABANDONO SE LLEVARON ALGUNOS DE LOS MÁS CARACTERÍSTICOS EDIFICIOS; SIN EMBARGO, AUN SOBREVIVEN UNOS CUANTOS QUE RESGUARDAN ENTRE SUS MUROS LAS DISTINTAS ETAPAS QUE CONFIGURARON LA HISTORIA DE ESTE CONOCIDO SECTOR PRECORDILLERANO. 





Ñuñoa ampara entre sus calles una historia riquísima que se remonta a antes de la llegada española, cuando los fértiles valles precordilleranos que bordeaban el río Mapocho eran habitados por pequeños grupos indígenas liderados por importantes caciques que hicieron prosperar la agricultura y minería de la zona.
Dentro de esos territorios destacaba una amplia área donde crecía el ñuño, -peculiar flor amarilla que cubría con su color las praderas- y que sirvió para denominar todo el sector con el vocablo mapungún Ñuñohue, o “tierra de ñuños”. Cuando los hispanos lograron someter el territorio, los antiguos poblados indígenas se convirtieron en encomiendas que dieron origen por su nombre a localidades de la zona metropolitana, como Macul, Vitacura, Tobalaba, Apoquindo y Peñalolén. 
Flor de Ñuño (Sisyrinchium graminifolium). Drake,1836
Las encomiendas en el siglo XVII  habían sido reemplazadas por extensas chacras en manos de conocidos personajes de la aristocracia santiaguina, quienes lograron emprender pequeñas fábricas de manufacturas y hacer prosperar la agricultura, que nutría con sus variados productos los mercados de la capital.
El ir y venir de carretas de mercancías formó una ancha vía de comunicación que se conoció como el Camino de Ñuñohue (actual avenida Yrarrázaval), que se iniciaba en las inmediaciones de la calle Portugal y se perdía entre la agreste geografía de los cerros, convergiendo de vez en cuando con alguno de los numerosos callejones que conectaban las haciendas de la zona, muchos de los cuales darían origen posteriormente a conocidas calles de la comuna, como es el caso del callejón de Lo Aliaga (actual av. Villagra), Lo Cortese (actual Av. Egaña), y los caminos públicos de Lo Hermida, La Reina y Los Guindos de Ñuñoa; este último famoso también por albergar un pequeño poblado de quintas de recreo donde el alcohol, la música, el baile y la comida animaban las noches de los más aventureros bohemios de la capital.
  
Hacia el siglo XIX,  las inmediaciones del camino de Ñuñohue habían sido ocupados por modestas viviendas de lata o barro habitadas por canteros, agricultores o empleados de alguna de las fábricas o molinos con que contaban las numerosas haciendas del sector; las que además eran famosas entre las familias santiaguinas por sus cómodas casas patronales, ideales para pasar el caluroso verano. 
La cada vez más creciente fama de Ñuñoa causó la llegada de cientos de personas - que lograron gracias a su esfuerzo- convertir los precarios rancheríos en un activo pueblo con abundante comercio, escuelas, una iglesia, servicios de correo, registro civil y diversos medios de transporte. En 1891 el Ministro del Interior José Manuel Yrarrázaval redacta la reforma de la “Comuna autónoma”, un decreto que daba autonomía administrativa, poder electoral y mayores facultades a las comunas del país. Valiéndose de este avance, diversos propietarios y habitantes que buscaban el reconocimiento e independencia de Ñuñohue logran que ese mismo año se firme el decreto que crea la Municipalidad de Ñuñoa, compuesta primitivamente por subdelegaciones rurales del sector sur y oriente de Santiago.
La amplitud del territorio de Ñuñoa se debía a la presencia de las numerosas propiedades agrícolas del sector, las que hacia 1895 comenzarán a lotearse para formar nuevas urbanizaciones. El crecimiento parece haber surgido desde el norte, cuando las chacras cercanas al río Mapocho dieron origen a poblaciones y conventos que comenzaron a extenderse hacia el sur, causando gran presión en los propietarios próximos al camino de Ñuñoa. La venta de las últimas hijuelas del viejo fundo Barainca dieron origen a la población del Salvador,  mientras que el loteo de la Chacra  Lo Gandarillas originó la población San José, donde se instalarán los Misioneros Pasionistas, constructores de la conocida iglesia de Santa Gemita. La extensa chacra de Lo Cañita (entre las actuales Yrarrázaval, San Eugenio, Eduardo Castillo y Pedro de Valdivia) fue donada por José Domingo Cañas a la Junta de Beneficencia con el compromiso de crear una nueva urbanización que se denominó Población Cañas.
Mapa de Santiago a inicios del siglo XX, que muestra la distribución de las principales propiedades agrícolas al sur oriente de la ciudad. Se aprecian las chacras de Lo Encalada, Lo Cañita, Lo Cerda, la población Ñuñoa y Salvador. Colección Mapoteca de la Biblioteca Nacional de Chile.
La familia Barros Puelma en una chacra de Ñuñoa. Fotografía perteneciente a la colección del Museo Histórico Nacional. 
En la misma época surge la Población San Gregorio, augurando ser una de las urbanizaciones más atractivas de Ñuñoa: “Se venden sitios de esta nueva población. Tiene bastante agua, terreno de primera clase, líneas de carros inmediatos y en la parte más central de la comuna. Esta población comprende la gran plaza para la cual ha donado el sr. Ossa, más de una cuadra de terreno. En el lado oriente está situada la iglesia parroquial y en los de poniente y sud, se construirán pronto la casa consistorial, la escuela municipal y el cuarte de policía…”.
Este barrio había nacido gracias al loteo de los deslindes de la antigua chacra San Nicolás, propiedad de los descendientes del rico capitalista Gregorio Ossa y Cerda, quien la había adquirido como residencia de verano. (Más información en: http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2013/10/el-palacio-alhambra-un-oasis-nazari-en.html)
Uno de sus principales legados fue la construcción en 1861 de una impresionante mansión campestre de dos niveles, cuya silueta recuerda la elegancia de la arquitectura inglesa colonial. El estilo se ve realzado al incorporar cinco bow-window, amplios corredores, terrazas y un mirador muy decorativo, desde donde era posible apreciar toda la chacra.
La casa Ossa, 2012. Imagen perteneciente al Flickr Joaquin Layseca.
El interior del inmueble se organiza en torno a un hall que cruza la planta de norte a sur, con pavimento de mármol blanco, muros con pilastras y una fantástica escalera principal de madera y fierro, rodeada de columnas corintias. El ala poniente se destinó a recibos de grandes dimensiones, un escritorio y la cocina; mientras que en el ala oriente se ubicó una salita y cinco dormitorios.  El segundo nivel tenía un pequeño hall, dos salas de baño y seis dormitorios, además de una pequeña escalera de caracol desde donde se accedía a la mansarda y el mirador.  La casa se rodeó de un hermoso parque, delineado con senderos, esculturas y “parterres”, incluyendo además una gran pileta de fierro de la firma francesa Val D’Osne decorada con figuras mitológicas, muy similar a otras presentes en algunas ciudades de América, como Tacna, Valparaíso y Buenos Aires. .
La hacienda alcanza su período de mayor esplendor cuando la adquiere en 1910 José Pedro Alessandri, que la re bautiza con el nombre de Santa Julia de Ñuñoa, en honor a su mujer Julia Altamirano, con quien tuvo cinco hijos. Consciente  de las posibilidades de la propiedad -en ese entonces de 305 hectáreas- comenzó un plan de modernización que incluyó la plantación de 60 hectáreas de árboles frutales, entre nogales, cerezos, perales, duraznos, damascos e higueras, siendo pionero en exportar fruta. También dedicó grandes extensiones al cultivo de flores de notable variedad y en cinco conservatorios de cristal, se criaban y reproducían plantas delicadas, como rosas y orquídeas, bajo la atenta mirada del experto Presson.

Planta de la casa Ossa antes de su remodelación. Diseño: Mario Rojas y Fernando Imas, Estudio Brügmann.2013
La casa Ossa fue construida con en 1861, teniendo como característica principal sus corredores cerrados en ambos niveles. El fotógrafo estadounidense William Oliver retrató la mansión y su parque en 1867, imágenes donde se puede apreciar el aspecto original de todo el conjunto. Fotografías pertenecientes al archivo de arquitectura de la Universidad de Chile. 
Fachada principal de la Casa Ossa en 1915. Álbum de Santiago y Vistas de Chile, Jorge Walton- La casa Ossa el 2013, fotografía de los autores. 
Dos valiosas pinturas europeas que representan la primavera y el otoño, decoran desde la época de la familia Ossa, el hall de la vieja casa. En él destaca además la escalera principal, de un tramo y luego dividida en dos, que conduce al segundo nivel. Fotografía de los autores, 2013. 
La fachada posterior de la casa Ossa- Un detalle de la pileta central- Corredor lateral de la casa Ossa. Fotografía de los autores, 2013.

El resto de la hacienda tenía extensiones de alfalfa, árboles, 150 vacas, lechería, sembradíos de cereal y papas. “Santa Julia” era conocida también por proporcionar a sus inquilinos modernas casas construidas para la comodidad familiar, con amplios corredores, dormitorios y cocina. Materiales como el adobe, vigas de nogal, pisos entablados, pintura en los muros y ventanas con vidrios, se constituyeron como un ejemplo de vivienda inquilina, en una época donde los derechos sociales de los menos afortunados estaban aun en discusión.
Alessandri loteó el sector sur poniente de la hacienda abriendo la avenida Macul (que hoy lleva su nombre) con la intención de formar una nueva población “la ciudad moderna, buscando buenos suelos, aire puro y aguas claras, se ha extendido en dirección al oriente y, debido a esta circunstancia y a las facilidades de transporte, se está formando Ñuñoa y, principalmente en la Grande Avenida de Macul, un futuro barrio sub-urbano de Santiago, con valiosos y confortables chalets de elegante arquitectura, ubicados en medio de jardines y parques del mejor buen gusto”. En: Urzúa, A. Chile Agrícola. Pág. 318
La casa principal quedó entonces inmersa entre las nuevas urbanizaciones de Ñuñoa, teniendo como frente la Avenida Yrarrázaval. Era visitada constantemente por personalidades políticas, sobre todo después de que Arturo Alessandri, hermano del propietario, asumiera como Presidente en 1920. Los salones, entre ellos uno de inspiración china, fueron escenario de grandes recepciones y  alegres reuniones familiares en los meses de verano hasta 1952, cuando la sucesión lotea los terrenos colindantes y dona la propiedad a la Municipalidad de Ñuñoa, quien la destina como Casa de Cultura y Biblioteca Municipal, labor que cumple exitosamente hasta hoy.

El antiguo parrón y uno de los conservatorios de cristal de Santa Julia. Fotografías en Walton, J. Álbum de Santiago y vistas de Chile, 1915.
El salón chino de Santa Julia de Ñuñoa- Salón principal de la casa, fotografía de los autores.2007- El antiguo comedor de Santa Julia de Ñuñoa. Fotografías en Walton, J. Álbum de Santiago y vistas de Chile, 1915.
La familia Alessandri Altamirano en la terraza posterior de la casa, 1943. Fotografía gentileza de la Biblioteca Municipal de Ñuñoa. 

Mientras el sector central de la comuna seguía urbanizándose, la zona cercana a  la Avenida Matta perdía ese aire rural ante la construcción de nuevos edificios y la aparición de la moderna Estación Ñuñoa, una parada del ferrocarril del valle del Maipo, fundamental para el traslado de pasajeros y productos agrícolas a inicios del siglo XX. 
En las inmediaciones se encontraba una pequeña quinta entre la antigua calle Santa Emma, Seminario, Yrarrázaval y San Eugenio, que pertenecía a Críspulo Mujica, un importante latifundista con diversas propiedades en la zona centro sur de Chile. A inicios de 1900 encargó la construcción de una llamativa residencia para vivir con su familia, la que desde un principio llamó la atención por su elegante arquitectura y emplazamiento. Desafortunadamente el propietario no alcanzó a ver su casa terminada, siendo su mujer  Virginia Valenzuela junto a su hijo Octavio, los encargados de finalizar los numerosos detalles ornamentales.
La casa Mujica hacia 1920. Fuente: La Tercera
El inmueble tenía tres niveles más un piso zócalo destinado al servicio y cocheras. El acceso se realizaba subiendo por una escalera lateral abalaustrada, donde una puerta de madera protegida por una marquesina de fierro, daba paso a un pequeño vestíbulo que desembocaba en un hall de doble altura. Desde este espacio se distribuían los salones más importantes, salitas y dos galerías, una hacia la calle San Eugenio y otra que daba  al jardín, donde se ubicaban los dormitorios de Virginia Valenzuela, Octavio Mujica y el departamento privado de Osvaldo, otro de los hijos.
A través de una escalera oculta por una puerta en el vestíbulo, se llegaba al segundo nivel que era un volumen rectangular donde se ubicaron los dormitorios de la familia de Oscar Mujica, algunos baños y el acceso al mirador del tercer nivel.
Tras la muerte de Virginia Valenzuela en 1936, la casa pasa a su hijo Osvaldo cuyos descendientes la conservan hasta 1997, cuando ya el jardín había desaparecido por la expansión de la Avenida Grecia, y los aires aristocráticos de Ñuñoa se habían esfumado, de la misma manera que la juventud abandonaba a su última propietaria: Elvira Urzúa.
El mito se apoderó de la mansión cuando fue desocupada en espera de un arrendatario, no  faltaron quienes dijeron que estaba embrujada por el peculiar aspecto que toma la arquitectura en decadencia,  y su silueta se convirtió en  todo un hito que daba la bienvenida a la comuna de Ñuñoa.  La fantasía terminó el año 2005, cuando un dudoso incendio devoró la sombría casa hasta sus cimientos.
La casa Mujica tenía como todas las viviendas de la época, una gran variedad de detalles ornamentales. En las imágenes, la fachada principal, el cielo del corredor de ingreso y un detalle del salón francés. Fotografías gentileza de Hermann Sepúlveda Torres. 
La sala de inspiración francesa era una de las más decorativas, tenía un espacio central y una pequeña salita custodiada por columnas, ambas ornamentada con yesería con tintes dorados. El hall por otro lado, era simple en su decoración, de doble altura y era iluminado por un juego de ventanas que se elevaba sobre la cornisa. Fotografías gentileza Hermann Sepúlveda Torres. 
La casa fue rematada en 2005, el precio inicial era de $148.000.000. Tras su venta, misteriosamente sufrió un incendio que dejó muy inestable la estructura. Hoy en su emplazamiento existe un desafortunado centro comercial. 


A principios del 1900 las comunas de Providencia y Ñuñoa experimentaron un crecimiento explosivo con características urbanas mucho más libres, basadas en una búsqueda por alcanzar el bienestar y la comodidad de los habitantes, ofreciendo además un mayor número de áreas verdes donde desenvolverse, proceso conocido en Chile como movimiento hacia la “Ciudad Jardín”.
Estas tendencias fueron aplicadas en ambas comunas con algunas diferencias: mientras que Providencia privilegió una refinada concentración urbana mucho más compacta y homogénea, con grandes parques y calles que alternaban edificios para departamentos y residencias unifamiliares, en su mayoría sin grandes jardines; la comuna de Ñuñoa ofreció un desarrollo urbano expansivo, con amplios accesos y generosos terrenos para la construcción de viviendas, en un ambiente donde aun era posible respirar la ruralidad. Estas características ayudaron a la aparición de singulares propuestas arquitectónicas, basadas en la tipología de las grandes villas semi rurales, que incluían una gran casa para la familia, cocheras, portería, un huerto y amplios jardines. Las edificaciones se alejaron del neoclásico, buscando nuevos modelos en las variantes del estilo italiano o tendencias historicistas, donde los grandes aleros, porches, galerías, ventanas, arcos y miradores,  se relacionaban mucho más a esa necesidad de vivir cómodamente entre la naturaleza.

La avenida Yrarrázaval se convierte en un eje inmobiliario importante, ofreciendo buenos sitios para la construcción que se hacen más atractivos tras el adoquinado de la calle y la aparición de los tranvías eléctricos que circulaban hasta el sector de Los Guindos, lugar donde se encontraba la estación terminal.
Aspecto del exterior e interior de la casa principal de la Chacra Los Maitenes de Los Guindos de Ñuñoa. Fotografía en Walton, J. Album de Santiago y Vistas de Chile. 1915

Las inmediaciones de la Plaza Ñuñoa, junto con los sectores de San José y Cañas, sufren un auge impulsado por algunas sociedades que se dedican especialmente a adquirir terrenos y edificarlos, para venderlos luego a precios muy convenientes a las nuevas familias que llegan a la comuna. Surgen también muy buenos exponentes residenciales que simples en su composición, llenan de atractivo las calles por su arquitectura ecléctica llena de interesantes detalles. Ejemplo de esto era la “Villa Luisa Marta” ubicada en la calle Manuel Montt 2328 (demolida), una casa quinta de un piso, con elementos de tendencial oriental, cuyo mayor encanto se encontraba en el portón de acceso, hecho en ladrillo y piedra, con una puerta circular que recuerda los cierres de algunos jardines de la china imperial. 
Portón de la Villa Luisa Marta. Fotografía en: (1)
Mucho más severas eran las líneas clasicistas de la denominada “Villa palladiana” en la avenida Yrarrázaval 849. La casa se elevaba sobre un zócalo de servicio y estaba rodeada íntegramente por un corredor con columnas;   el elemento más interesante era su pórtico de acceso antecedido por una escalinata imperial protegida por dos leones, los mismos que hoy vigilan pintados de un falso bronce, la entrada del edificio de departamentos que reemplazó a este icono de la comuna en 2006.
Exceptuando esta arquitectura un poco más ceremoniosa, las edificaciones de inspiración inglesa construidas en madera, con altas techumbres, torres y amplios pórticos parecen haber sido el exponente típico de la comuna en esta primera etapa constructiva. Ejemplos de esto son las viejas casas ubicadas en la calle Dublé Almeyda 3114 y 3418, también una singular casa quinta victoriana en la esquina de Yrarrázaval y Angel Pino, hoy convertida en venta de autos; las casas-quintas de la avenida Macul ocupadas por la UMCE, el desaparecido chalet de la riquísima heredera Adriana Cousiño (demolida),  y una pequeña vivienda de madera en la calle Capitán Fuentes transformada en restaurant, que data de 1910 según constata una publicidad de ese año, de donde se desprende además que el terreno originalmente se extendía hasta la avenida Yrarrázaval, y era vendido en $43.000.

El inmueble ubicado en Yrarrázaval 849 fue conocido como "Casa Palladiana" y a pesar de su pretenciosa arquitectura neoclásica, terminó demolida a fines de 2006.  Fotografía en: La nueva era de las municipalidades, 1926- Blog Ñuñoa a escala Humana. http://nunoaescalahumana.blogspot.com/2006_07_02_archive.html
La escalera imperial de la casa Palladiana el 2006- Fotografía en Blog Ñuñoa a escala Humana. http://nunoaescalahumana.blogspot.com/2006_07_02_archive.html - Avenida Yrarrazaval 849 en la actualidad. Google Maps.
Casas de estilo inglés construidas en madera y adobe en la calle Dublé Almeyda 3114 y 3418 (en demolición). Fotografía Google maps. 
La recordada "casona de Macul", una vivienda de estilo ecléctico ubicada en la avenida Macul 1180 representa fielmente el espíritu de las primeras villas semi rurales que invadieron la comuna.  Fotografía en: Boza, C. Duval, H. Inventario de una arquitectura anónima. Editorial Lord Cochrane, 1982. - La casa victoriana de avenida Yrarrazaval esquina Angel Pino fue construida en 1905, y hoy se mantiene en pie "gracias" a su ocupación por una automotora. El conjunto tiene una cochera y gran parque. Fotografía de los autores, 2007. 
Las casas de madera ubicadas en avenida Ossa 65 y Chile España 112 representan una tipología de vivienda sencilla pero altamente decorativas, influenciadas por las tendencias estéticas victorianas, muy populares a inicio del siglo XX. Fotografías en: Boza, C. Duval, H. Inventario de una arquitectura anónima. Editorial Lord Cochrane, 1982.


La Quinta de Adriana Cousiño Goyenechea (demolida), la casa de Carlos Helfmann en la avenida Macul 1625 y la villa de Carlos Rivas Vicuña en avenida Macul 1510, fueron notables exponentes de la arquitectura de los primeros tiempos de Ñuñoa. Hoy ninguna existe. Fotografías en revista Zig Zag, 1908, y Walton, J. Álbum de Santiago y vistas de Chile, 1915.
La arquitectura de madera con clara influencia inglesa estuvo presente en la primera etapa constructiva de Ñuñoa. Este inmueble, construido en 1910 con la numeración Yrarrázaval 811, hoy se encuentra convertido en un restaurant, inmerso en la calle Capitán Fuentes, debido a las continuas subdivisiones del terreno. Fotografía en: revista Zigzag 1910, y Google maps. 
Hacia la década del ’20 las viviendas victorianas de madera comienzan a ser reemplazadas por unas de carácter mucho más refinado, con predilecciones estilísticas marcadas que tienden al historicismo. Ya Ñuñoa no es un lugar de quintas de agrado, sino que se ha transformado en una comuna con residencias permanentes y vecinos estables, habitantes de los barrios que proliferan mayoritariamente en la Población Cañas, San José y las inmediaciones de la plaza Ñuñoa, la que en esa época ya cuenta con jardines, un orfeón, piletas y escaños.  Contribuía también al atractivo del sector, la presencia de la nueva Iglesia de la Virgen del Carmen –obra de Eugenio Joannon- y que vino a reemplazar la vieja ermita de adobe que no había variado mucho desde sus inicios en 1662.
El paseo diario de los Ñuñoinos a la plaza se realizaba desde las vías aledañas que habían comenzado a llenarse de pretenciosas residencias en su mayoría de estilo español, italiano y variantes del Tudor, todas con amplios jardines y cierres de madera bajos. La mayoría de las calles no estaban adoquinadas, tenían acequias y algunos árboles; el pasar de ciertos personajes populares como afiladores, vendedores de motemei, lecheros, faroleros y carretas, contribuía a dar un aspecto de tranquilidad rural que tanto gustaba a los vecinos, y la presencia de algunos pocos locales comerciales ayudó a generar una dinámica de barrio muy interesante que traspasó generaciones.

El edificio consistorial de la Municipalidad de Ñuñoa en la década del '40.  Fuente: Educarchile.cl - La Plaza de Ñuñoa en la década de 1930. En Álbum Comuna y Hogar, 1933. 
La Plaza de Ñuñoa en la década de 1930. En Álbum Comuna y Hogar, 1933. 
La Plaza Ñuñoa nevada y la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Ñuñoa, construida por el arquitecto Eugenio Joannon (1924-1928)

Calles como Manuel de Salas, Ricardo Lyon, Manuel Montt, Chile España, Luis Pereira, Bayona, Holanda y Suecia fueron ocupadas por grandes residencias. También José Domingo Cañas, donde proliferaron casas de variados estilos, que hasta hoy- a pesar de la depredación- siguen exhibiendo en algunas cuadras, casas con  pintorescos torreones, patios andaluces, pórticos abalaustrados, altas mansardas y balcones de madera. El loteo de la vieja chacra Lo Valdivieso en las inmediaciones de la Avenida Grecia, permitió inaugurar en 1938 el Estadio Nacional de Chile, importante eje deportivo que se convirtió en un icono comunal, en cuyos límites comenzaron a levantarse también espaciosas casas de estilo neoclásico.

Inmueble de estilo inglés en calle Augusto Villanueva 107 - Casa de estilo neocolonial en calle Chile España 550- Antigua casa con mirador en la esquina de calles Suecia y Sucre, recientemente demolida. Fotografía de los autores, 2008.
La casa de estilo ecléctico con un representativo torreón fue construida en 1923 por el arquitecto A. de la Nos, y se ubica en Avenida José Domingo Cañas esquina Fernández Concha. La casa vecina a ésta, aun conserva a pesar de las modificaciones, el estilo Tudor original de su construcción. Fotografías de los autores, 2013.
Las casas a la derecha e izquierda, están ubicadas en avenida José Domingo Cañas esquina Capitán Fuentes, y reflejan fielmente el espíritu arquitectónico de villa semirural de principios del siglo XX. - El Segundo Monasterio de la Visitación de Santa María en calle Crescente Errázuriz 569 es una singular edificación de estilo normando, que ubicada dentro de todo un conjunto y parque, sirve de respiro para el ajetreo de la cambiante comuna. Fotografías de los autores, 2012. 
Distintos estilos sobreviven en la antigua Población Cañas: Una casa de corte art deco en la esquina de Dublé Almeyda esquina Campo de Deportes; el estilo Tudor se hace evidente en esta espectacular casa en Dublé Almeyda 1978, y el refinamiento inglés todavía está impregnado en la armoniosa casa de Crescente Errázuriz 1055. Fotografía de los autores, 2013.
Esta arquitectura rica en detalles ornamentales no sólo se limitó a viviendas de la población más adinerada, sino que fue utilizada en diversos proyectos que ocuparon algunos paños de Ñuñoa para construir viviendas sociales, los que fueron en su momento, ejemplo de higiene, comodidad y calidad constructiva.
Es el caso de la población de empleados públicos y periodistas que se ubica en la calle Nuñez de Arce, un conjunto habitacional de albañilería de ladrillo construidas por el arquitecto Miguel Browne en 1928, quien toma los conceptos de ciudad jardín para trazar la calle con gran perspectiva, incluir árboles y espacios comunes, además de la construcción de casas pareadas bien distribuidas con la ventaja de tener cada una un pequeño antejardín.
Similar estructura tiene el barrio Elías de la Cruz, construido ese mismo año para la Caja de ahorro de empleados públicos, por los conocidos arquitectos Wenceslao Cousiño y Teobaldo Brugnoli.  La manzana fue dividida por una calle en diagonal con una plazoleta al centro, desde donde emergen cuatro vías de gran perspectiva. Las casas unifamiliares de dos niveles, juegan con modelos estucados y con albañilería a la vista, alivianándose con balcones, techos a dos aguas y grandes ventanas que dejan a la vista la caja de la escalera, generándose viviendas luminosas y que conviven armoniosamente con el entorno.
El arquitecto Luciano Kulczewski dejó también su herencia social en Ñuñoa, construyendo en 1927 una sencilla población para suboficiales de la Escuela de aplicación de Caballería, que con tres tipologías de vivienda y pequeños guiños art deco en la fachada, logró convertirse en un icono de la vivienda social del siglo XX, cualidad que le permitió ser declarada Zona típica por el Consejo de Monumentos Nacionales el 2007.
Barrio Elías de la Cruz. Fotografía Google maps.
Población para suboficiales de la Escuela de aplicación de Caballería.

La aparición de estas sencillas viviendas sociales contrasta fuertemente con el resurgimiento de un tipo de vivienda unifamiliar elegante y de grandes proporciones, que invadirá con su silueta historicista algunas manzanas de la ajetreada avenida Yrarrázaval.
En 1924 el respetado arquitecto Josué Smith Solar es el encargado de idear los planos de una magnífica residencia en la Avenida Yrarrázaval 3752. La generosidad del terreno le permitió desarrollar una construcción ambiciosa con marcada tendencia hacia lo Tudor, muy similares a las que realizaba su maestro Teophilus Chandler para los millonarios de Estados Unidos, y que Smith reinterpretó en Chile con gran aceptación y excelentes resultados.
El mandante era nada menos que don Pedro Torres Ibieta, un rico hombre de negocios de Valparaíso que ejercía como Presidente del Banco de Chile y director de otras tantas instituciones bancarias; reconocido además por ser el impulsor de la construcción del Teatro Central, una de las salas de conciertos más importantes del país. 
Al centro de un hermoso parque con grandes árboles, Smith Solar levantó una edificación de concreto armado de más de mil metros cuadrados, con dos niveles más una alta techumbre. El estilo Tudor fue realzado por el cuidadoso tratamiento de los muros con albañilería a la vista y estuco, la incorporación de paneles vidriados, techos a dos aguas con decorativos enmaderados, un torreón, diversa herrería ornamental y altas chimeneas que sobrepasaban la cubierta de tejas de cedro.
Pedro Torres Ibieta (Fotografía de Francisca Undurraga E.)
El ingreso se realiza por una gruesa puerta de madera enmarcada por un amplio arco ojival decorado con una heráldica. Tras una mampara se encontraba un vestíbulo rectangular decorado con fina yesería,  chimenea y un relieve con la imagen de San Jorge matando al dragón. En un extremo la presencia de pilares de madera permite ver la caja de escalera, y un arco ojival da paso al gran hall. Es este espacio el que sin duda llama más la atención porque encierra en sí mismo todos los preceptos de la arquitectura Tudor, desarrollándose en doble altura, con altos paneles de madera oscura sobre un fondo de yeso blanco que se eleva hasta un cielo abovedado decorado con gruesas vigas de roble.  El lugar se ve complementado por una alta vidriera con los característicos vitrales romboidales, pequeñas ventanas interiores, un balconaje tallado que recorre todo el muro norte, una chimenea de tintes medievales y la peculiar presencia de un pequeño altillo para la orquesta, que se ubica en el saliente que forma la torre de la fachada.
Inmediatamente desde el hall se tiene fácil acceso a tres salones de importancia, dos de ellos completamente enmaderados y con chimeneas muy decorativas. Desde estos espacios se desprenden pasillos, corredores y pasadizos semi ocultos entre los enmaderados, que conducen a otros pequeñas salitas de recepción, baños, escaleras secundarias, patio de luz, las  dependencias de servicio ubicadas en el subterráneo y algunos departamentos privados de los hijos del señor Torres, que tenían acceso independiente a través de los pórticos ubicados en cada extremo del inmueble.

La antigua fachada de la casa Torres se distingue entre el hermoso parque que la rodea, su silueta recuerda las grandes villas victorianas de Estados Unidos, estilo que se hizo popular también en Argentina y Uruguay, donde también existen muy buenos ejemplos. Fotografías  gentileza de Alejandro Zúñiga, docente del Liceo Manuel de Salas. 
El portal de acceso, el vestíbulo y la caja de la escalera, representa en estilo y dimensiones generosas, la grandiosidad del estilo Tudor, reinterpretado exitosamente por Smith Solar en esta residencia. Fotografía de los autores, 2013. 

El hall de la casa Torres reúne las características del Tudor en un sólo espacio: vigas a la vista, cielos abovedados, muros estucados, ventanas con vitrales, corredores, chimenea y maderas oscuras decoran este salón. En la imágen, una vista del ventanal central y el hall en la década de 1920, cuando la propiedad pertenecía a la familia Torres. Fotografía de los autores, 2013; y en Pérez de Arce, M. Smith Solar & Smith Miller, arquitectos. 2011
Reconstrucción de la planta principal de la casa Torres. La casa fue construida por Josué Smith Solar y su hijo, quien formó parte de la sociedad que más tarde se conocería como Smith Solar & Smith Miller; autores de algunos de los más emblemáticos edificios de Santiago.  Diseño: Fernando Imas y Mario Rojas, Estudio Brügmann, 2013.

En el segundo nivel un largo corredor con vista al hall distribuía los dormitorios principales, con sus respectivas salita y baños. Pequeñas puertas daban paso a las buhardillas que se originaron casi naturalmente gracias a la altura de la cubierta, y permitía además tener acceso a generosas terrazas. 
La propiedad contaba con un enorme parque con espejos de agua, parrones, zonas de descanso y una piscina. En él se ubicaron estratégicamente dependencias de servicio, cocheras, una casa secundaria y un pabellón de portería en la esquina de  Brown Sur con Yrarrázaval, donde se situó un portón de fierro para el ingreso de coches. 

La oscuridad de los enmaderados se complementan perfectamente a los cielos blancos y con yesería que realzan el estilo Tudor. En la imagen, una vista del antiguo Comedor, el cielo del Hall y la enorme caja de escalera. Fotografía de los autores, 2013.
La chimenea decorada con bustos y el enmaderado de este salón son un elemento común en la casa Torres. La excelente factura y la calidad de los detalles ornamentales son un sello distintivo en la obra de Smith Solar. Fotografía de los autores, 2013.

Parecen haber sido los problemas económicos de los descendientes del señor Torres, los que obligan a lotear la extensa propiedad en 1947. Ese mismo año el emblemático Liceo Experimental Manuel de Salas de la Universidad de Chile, decide comprar un pequeño terreno en el número 3780 de la avenida Yrarrazaval para instalar las nuevas dependencias de la institución.
La necesidad de contar con un edificio más grande, lleva a su directora Florencia Barrios Tirado a convencer a las autoridades de comprar la propiedad vecina que incluía la mansión Torres y su parque, adquisición que se concreta en 1948. La ceremonia de inauguración estuvo encabezada por los directivos del liceo, el Presidente Gabriel González Videla y el rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández.
El liceo paulatinamente comenzó a ampliar sus dependencias, pero tuvo el cuidado necesario de respetar el estilo original de todo el conjunto, impregnando en las nuevas edificaciones todos los elementos de esa etapa de la arquitectura inglesa. Destinó entonces la mansión de don Pedro Torres a oficinas administrativas, las mismas que hoy viven un proceso de restauración a raíz de los daños ocasionados por el terremoto de 2010; y que esperan recuperar su esplendor para seguir vigilando la labor docente de uno de los centros educacionales más importantes del país.

Aspecto de un día de recreo en el parque del Liceo Manuel de Salas. Fotografía de la revista Life, gentileza de Alejandro Zúñiga, docente del Liceo Manuel de Salas. 
El presidente Gabriel González Videl, el Rector de la Universidad de Chile y asistentes a la ceremonia de inauguración de las nuevas dependencias del Liceo Manuel de Salas en septiembre de 1948.  Fotografías gentileza de Alejandro Zúñiga, docente del Liceo Manuel de Salas. 

Un poco más al oriente, en un extenso paño en la esquina de calle Ortúzar, se construirá otra mansión historicista que hasta el día de hoy es admirada por su encantadora prestancia. La obra fue construida por los conocidos arquitectos Rigoberto Correa y Esteban Barbieri, atendiendo el encargo que hiciera don Joaquín García Carro, un prestigioso comerciante de origen español, dueño junto a su hermano Severino, de la emblemática tienda Los Gobelinos, una de las más exclusivas de Santiago.
La casa García. Fotografía M. Rojas, 2013
Entre los años 1925 y 1931 se extendieron los trabajos para levantar una singular mansión que siguió los lineamientos del denominado “estilo sevillano”, impuesto en España a principios del siglo XX por el arquitecto Juan Talavera Heredia, quien se hizo conocido por reinterpretar la estética neo barroca impregnándole una fuerte tendencia andaluza.
La villa sevillana de Talavera está presente en la silueta de esta casa de Ñuñoa, cuya sobria fachada es decorada por vitrales, herrería, azulejos y un infaltable torreón mirador.
El inmueble está rodeado de un hermoso parque, con viejos árboles y una infinidad de elementos decorativos, como piletas, un pozo, jarrones y asientos de concreto, todos decorados con finos azulejos traídos de España.
El acceso se hace por un pórtico al poniente del edificio, donde una puerta avitralada permite ingresar a un ancho pasillo que desemboca en un hall cuadrado, con columnas y un juego de desniveles, que permite distribuir mediante corredores, las distintas estancias de la mansión. Al poniente un baño decorado con finos azulejos aun se conserva casi intacto, así como también el viejo escritorio, enmaderado completamente. Un remate curvo hacia el norte resguarda la caja de escalera, con gradas de mármol blanco e iluminada por un colorido vitral modernista fabricado por Enzo Dell’Orto. Hacia el sur, la fina herrería de una verja permite ingresar a un saloncito neogótico enmaderado a media altura, realzado por una decorativa chimenea de piedra verde y fino mobiliario.
Las villas Enrique y Pilar, en la avenida de las Palmeras de Sevilla, fueron obras ejecutadas por el arquitecto español Juan Talavera Heredia en 1922; guardan especial similitud con la casa García de Santiago de Chile y otras villas más pequeñas en las inmediaciones de la Plaza Ñuñoa. Fotografía en: http://www.sevillasigloxx.com/2008/08/villa-enrique-y-villa-pilar.html - y M Rojas, 2007
Reconstrucción de la planta principal de la casa García. Diseño: Fernando Imas y Mario Rojas, Estudio Brügmann. 2013
El exterior del inmueble guarda similitud con la tendencia andaluza de vivienda rural, de fondo blanco y decorada con profusión de herrerías y azulejos. El parque de la casa García tiene piletas, senderos, escaños y pozos, todos decorados con azulejos traídos de España. Fotografías de los autores, 2013. 
La arquitectura exterior de la casa García mezcla la tendencia andaluza de Talavera Heredia  reflejada en los corredores y torre ; con guiños modernistas presentes en el remate curvo de la caja de la escalera. Fotografías de los autores, 2013.

La casa se desarrolla hacia el oriente a través de una luminosa galería con puertas hacia el corredor exterior e ingreso al salón principal: un espacio de grandes dimensiones, ornamentado por yesería neoclásica y pilastras, rematado al norte por un bow-window con vitrales; que resguarda aun la prestancia de sus mejores años. 
La galería sirve de acceso también a la zona de servicio en el subterráneo, cocinas, despensa y una escalera secundaria. Al fondo, una gran puerta da paso al antiguo Comedor, que sorprende aun por el hermoso trabajo de tallado de sus paneles neo renacentistas, la decorativa yesería del cielo, una consola de mármol italiano empotrada y el remate curvo de la sala, iluminada por grandes vitrales. 
Joaquín García junto a sus nietos. Colección particular.
Contiguo al comedor se encuentra el viejo Jardín de invierno de la mansión, una sala rectangular con columnas y muros que imitan el delicado trabajo del treillage francés. Es este espacio un tranquilo vergel, donde seguramente el señor García sintió más cerca la frescura de los viejos patios andaluces, entre helechos y plantas, que vibraban al son del agua que brotaba desde una fina pileta con azulejos,  la misma que hoy yace árida e inerte por años de desuso.  
El último salón es de grandes dimensiones, está decorado por un enmaderado a media altura de tonos oscuros, el mismo que envuelve las gruesas cornisas de yeso que tanta solemnidad otorgan a la que fuera presumiblemente la sala de billar de la casa. Los vitrales de algunas ventanas dejan ver el parque, y una puerta discreta permite salir a la terraza principal, en cuyo centro se ubica una gran pileta.
El segundo nivel estaba destinado a los dormitorios, departamentos privados, baños y salitas, además del acceso a la torre, desde donde se obtenía una vista completa de la incipiente comuna de Ñuñoa, en ese entonces rodeada de chacras y sembradíos; y hoy cercada por altos edificios de departamentos, que se aproximan peligrosamente a este inmueble histórico, que pertenece a la Municipalidad de Ñuñoa desde que la familia García lo vendiera en 1966.
Fue ocupado entonces para la realización de los actos solemnes del Municipio, y desde 1988 funciona en ella la Corporación Cultural de Ñuñoa, importante entidad que imparte cursos, talleres y mantiene una agitada agenda que recoge los más significativos aportes del mundo artístico para entregárselos de forma gratuita a todos los ñuñoinos.  


Los naranjos del jardín recuerdan esa época apacible de la antigua Ñuñoa que hoy no existe. - El hall y la caja de la escalera con los vitrales de la casa Dell'Orto, son uno de los espacios más atractivos de esta residencia. Fotografías de los autores, 2013.  
El salón principal es un espacio de grandes dimensiones, decorado profusamente y que aun conserva algunos de los elementos ornamentales originales. Fotografías de los autores, 2013. 
Los vitrales del Comedor también fueron hechos por la casa Dell'Orto, su colorido ilumina la sala que sorprende por el cuidado en el manejo de los detalles ornamentales. Fotografías de los autores, 2013.
El Jardín de invierno está unido al Comedor a través de una ventana con herrería. Sus muros que imitan el treillage, están decorados además con herrería y azulejos, incluida una llamativa pileta de mármol y bronce. Fotografías de los autores, 2013. 

El castillo Ortúzar en 1970. Fotografía en (2)
Una función similar cumple el vecino castillo Ortúzar en la avenida Yrarrázaval 4250, que pertenece a la Corporación Cultural de Carabineros de Chile.
El edificio fue construido en 1929 por los arquitectos Correa y Barbieri, a petición del conocido abogado y Presidente del Consejo de Defensa del Estado, don Eugenio Ortúzar Rojas. Los profesionales idearon una severa mansión de líneas Tudor que incorpora en su fachada ventanas con arcos ojivales, heráldicas, una alta techumbre de tejas y la presencia de un torreón con almenas medievales.
La distribución interior es muy parecida a la contigua casa García, pues parecen haber sido construidas en forma paralela siguiendo los mismos parámetros de una villa  europea de los años treinta. El ingreso se hace a través de una puerta gótica de madera que desemboca en un largo pasillo con arcos ojivales iluminado al fondo por un vitral con la figura de un caballero medieval; hacia el sur, se ubica una pequeña salita de espera completamente enmaderada, con parquet y una chimenea de piedra, la que además aun conserva el fino mobiliario original de la mansión. Frente a esta sala, las gradas de mármol permiten subir a una especie de diminuto hall resguardado por un balconaje de fierro y bronce, desde donde se tiene acceso a la caja de la escalera y el antiguo escritorio del señor Ortúzar.
Hacia el oriente, un amplio corredor distribuye los salones más importantes: El primero de ellos es una sala de estilo francés con columnas jónicas que enmarcan el remate curvo iluminado por ventanas con vitrales.
Fachada principal del castillo Ortúzar en la década de 1960 y el 2013. Fotografías en: Revista de carabineros. Nº 85 may 1962. - Autores, 2013.
El pórtico de ingreso y la galería central de la mansión en la década de 1960. Fotografías en Revista de carabineros. Nº 85 mayo 1962.
Reconstrucción de la planta principal de la casa  Ortúzar. Diseño: Fernando Imas y Mario Rojas, Estudio Brügmann. 2013

Contiguo a este espacio se encuentra un Jardín de Invierno iluminado por amplias ventanas ojivales y decorado con azulejos a media altura, treillages, puertas de fierro forjado y una pileta empotrada al muro. Más al oriente, los servicios, cocina y escalera secundaria, dan paso a una puerta corrediza de madera tallada íntegramente con motivos goticistas. Es la entrada al antiguo Comedor, cuyo cielo aun conserva las pinturas del artesonado, el parquet, los enmaderados, vitrales y la consola de mármol empotrada.
La galería que distribuye todas estas salas, sirve de salida a la terraza –hoy modificada- desde donde se tiene una completa vista de la avenida Yrarrázaval, entre grandes árboles y el ruido tranquilizador de una hermosa pileta, en cuyo centro se ubica la figura de fierro de una mujer danzante, custodiada por cuatro querubines que arroja agua.  Éstas piezas tienen especial importancia, pues pertenecieron al jardín del palacio Pereira, y son junto a la figura de una mujer con antorcha, y otras esculturas que se encuentran en el Club de la Unión; uno de los últimos vestigios del preciado conjunto artístico y mobiliario de esa histórica mansión. (más información en: http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2011/09/palacio-pereira-la-ruina-mas-suntuosa.html)
Al segundo nivel se accede por una escalera de mármol iluminada por ventanas ojivales, desde el cielo pende una lámpara de fierro que deja ver un hermoso plafond de corte romántico. Un vestíbulo distribuye las salitas, baños y dormitorios de la familia, que cuentan con balcones y amplias terrazas privadas.  La casa originalmente estaba inmersa en un gran parque que ocupaba la mitad de la manzana, con altos  árboles, senderos,  piletas y un pabellón de portería; que fue posteriormente loteado para construir un conjunto habitacional.
Una de las lámparas de la mansión. Foto: Imas, 2013
En abril de 1960, don Arturo Queirolo, General Director de Carabineros, concreta las gestiones para la compra de la propiedad a la sucesión Ortúzar en $35.000.000, para instalar ahí el Instituto Superior de Carabineros de Chile. “Visitando el nuevo plantel del edificio, no podemos sino mirar la belleza de su ornamentación. Es un típico castillo inglés, con amplio antejardín, con una hermosa fuente… su interior está enteramente de acuerdo con la prestación del edificio. Los muebles que componen las dependencias son importados, y tienen gran valor artístico. Amplios vitrales traídos de Francia, zócalos de madera de caoba, rejillas de fierro que muestra figuras diferentes, importadas de Norteamérica; típicos mármoles de Carrara, cerrajería fina, lámparas, estatuillas, parquets, etc; todo pequeñas obras de arte que realzan el conjunto del edificio y dan la impresión de elegancia y, al mismo tiempo, de comodidad”.  Revista de carabineros. Nº 85 mayo 1962.
El inmueble sirvió como instituto hasta 1977, ese año el Museo Histórico de Carabineros ocupa el castillo, hasta que en 1991 se convierte en la sede de la Plana Mayor de la Dirección de Educación. Desde el año 2002 en el castillo Ortúzar funciona la Corporación Cultural de Carabineros, quienes han conservado el edificio en excelentes condiciones. Recientemente fue restaurado para borrar las huellas que dejó el terremoto de 2010.
La casa Ortúzar está decorada con finos materiales que realzan la belleza de la arquitectura: herrería, bronces, vitrales y mármoles son parte de la ornamentación del hall. Fotografía de los autores, 2013.  
El jardín de invierno, el corredor central y la sala de música componen los espacios principales del primer nivel. Fotografías de los autores, 2013. 
El antiguo Comedor de la casa Ortúzar fue utilizado como sala de clases en tiempos del instituto de carabineros y hoy sirve como escritorio para el  Director de Educación, doctrina e historia de Carabineros de Chile. Fotografía de los autores, 2013. 
Distintos detalles ornamentales del castillo Ortúzar. Fotografías de los autores, 2013. 
Al segundo nivel se accede a través de una escalera de mármol blanco, decorada con pasamanos de bronce y hierro, además de un colorido planfond en el cielo. Fotografías de los autores, 2013.
Primer curso femenino de jóvenes aspirantes a carabineros, en la terraza del castillo Ortúzar. Fotografías en Revista de carabineros. Nº 88, 1962.

Calle Gerona hacia avenida Holanda. Foto: Imas, 2008
Este modelo tipo villa seguirá repitiéndose en escala reducida por distintas partes de Ñuñoa, convirtiéndose en un icono de la arquitectura local. En las inmediaciones de la plaza principal proliferaron ejemplos de casas andaluzas con altos torreones cubiertos de tejas, así como también residencias de estilo inglés y Tudor, que convivían armoniosamente con edificaciones mucho más antiguas. La calle Gerona y su callejuela Bailén, fue un notable espacio donde habitaron toda una vida las familias Balmaceda, Doggenweiler, Del Castillo, Correa, Latorre, Quinger, Soto, Nuñez, Cuadra, Imas, Stange, Thime y Debesa; quienes gentilmente nos colaboraron con fotografías y relatos familiares.  Gerona se desarrollaba entre Jorge Washington y Holanda, tenía espaciosas casas de estilo andaluz, tudor, neoclásico e italiano rodeadas de frescos jardines, enmarcadas en una arteria arbolada de gran notoriedad, sobretodo porque hacia el oriente se encontraba una casa de estilo inglés con un alto torreón  en la vereda de avenida Holanda que en perspectiva con la calle, lograba generar todo un entorno histórico que había sido incluso reconocido como zona de conservación histórica por el municipio. La calle como muchas otras terminó siendo destruida por la depredación inmobiliaria a fines de 2008. 


Casas en estilo sevillano,  Inglés y Tudor, en la calle Gerona y Holanda convivieron hasta la demolición de todas ellas en 2010. Fotografía de los autores, 2008
Casas de estilo ecléctico con reminiscencias coloniales y españolas en la calle Gerona. Fotografías de los autores, 2008.
Detalle de la fachada e interior de la casa ubicada en Gerona 3403, hoy demolida. Fotografía de los autores, 2007.
Demolición de inmuebles en la calle Gerona. Fotografía de los autores, 2008. 
Luis Arrieta Cañas, Alcalde de Ñuñoa 1900-1912
Este carácter señorial de la comuna con sus amplias avenidas y coloridos jardines, fue una preocupación constante para los alcaldes que hicieron prosperar el municipio. Dentro de los más recordados está uno de los primeros de ellos, don Luis Arrieta Cañas, quien además fue pionero en crear una institución de beneficencia pública para los vecinos que ofrecía salud gratuita, transporte, actividades deportivas y educaciones; además de un moderno teatro. La institución fue conocida como “Fundación Arrieta”, y el viejo edificio aun se conserva a muy mal traer en la esquina de Avenida Américo Vespucio con Orientales. (más información en:http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2011/08/el-olvidado-parque-arrieta.html )
“Ñuñoa es, hoy por hoy, uno de los centros más destacados de la capital. La naturaleza que desborda por sus múltiples avenidas, emulando con sus atrayentes jardines a la gracia y donaire que hoy corre por Providencia y el Golf. Numerosas quintas de recreo, villas particulares, paseos donde las flores surgen con soberbia vistosidad, hacen de Ñuñoa un triángulo de atracción indiscutible a los miles de turistas que visitan Santiago. Esto es Ñuñoa, una hermosa ciudad jardín dentro de otra, cuyo progreso inminente se debe al impulso de sus alcaldes. El primero de ellos –don Luis Arrieta Cañas- comenzó la obra, obra heroica que han sabido sostener sus sucesores y que ha podido agigantar, con fe inalterable, don José María Narbona, actual alcalde de la floreciente villa de Ñuñoa”. En: Mendez C., A. Ñuñohue. Revista en Viaje, n°195. Enero 1950. Pág. 28

La segunda mitad del siglo XX marca un auge importante para Ñuñoa, consolidándose como una comuna heterogénea donde la arquitectura jugará un papel importante que cohesionará distintos barrios. Las casas de tono andaluz que albergan a vecinos adinerados en calles como Jorge Washington, Holanda, Brown Norte o Gerona, convivirán con edificaciones de corte art deco que será el favorito de vecinos nuevos que basan su prosperidad en el comercio de la misma comuna. El neoclásico no pierde fuerza tampoco, la casa del Presidente González Videla en calle Pedro Torres es un buen ejemplo, así como también otra cercana a la plaza Egaña hoy ocupada por el SII.


Conjunto de casas en estilo neoclásico en la calle Crescente Errazuriz esquina Campos de Deportes - Casa estilo neoclásico francés en calle Crescente Errázuriz. Fotografía de los autores, 2013 
Casa de estilo neoclásico en avenida Campos de Deportes - Casa neoclásica con tintes modernistas en calle José Manuel Infante - Casa modernista en avenida Campos de Deportes esquina Suárez Mujica. Fotografía de los autores, 2013, Googlemaps
Casa "barco" en la avenida Campos de Deportes y casa neoclásica en la calle Crescente Errázuriz- Fotografía de los autores, 2013
Detalle de jardín y terraza lateral de casa neoclásica en la calle Crescente Errázuriz. Fotografía de los autores, 2013

Tampoco el modernismo perderá presencia, y en sectores como la Avenida Campo de Deportes, José Domingo Cañas e Yrarrázaval, aparecen los primeros ejemplos de residencias “tipo barco”, cuya simple silueta demostrará que la comuna avanza a la par del mundo. En la década del ‘60 la remodelación del Estadio Nacional para ser sede de la Copa de Futbol de 1962, insta a las autoridades a ver la posibilidad de eliminar los sitios eriazos que afeaban los alrededores del recinto deportivo, y crear de paso una silueta progresista que reflejara la modernidad chilena. Por este motivo se emprende la gigantesca tarea de construir un conjunto habitacional enorme bajo los conceptos de una arquitectura racionalista con un marcado carácter social, que albergara en un principio a las federaciones y turistas asistentes al evento; y luego fuera hogar para las numerosas familias que buscaban una vivienda digna en esos ajetreados años del Rock&Roll. La urbanización mezcló torres de 15 pisos, edificios de departamentos simplex o dúplex, y casas; siendo con los años conocida como Villa Olímpica, la misma que por su importancia, emblemática presencia, identidad y arquitectura fue declarada Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales en 2010.

Vitral del castillo Ortúzar. 2013
Muestras de arquitectura social seguirán proliferando en la comuna, la villa Frei es otro ejemplo, así como también el barrio Los Guindos y otros tantos que fueron importantes en las décadas que antecedieron el siglo XXI.
Barrios históricos de la primera etapa residencial convivieron de forma armoniosa con otros muchos más modernos, heterogéneos y en constante movimiento. La forma de vida de toda una generación se concentró en los parques, plazas y jardines de muchas casas que ven hoy en la presencia de grúas y camiones, el fin de toda una etapa de la historia comunal, y lo más importante, de la calidad de vida de una de las comunas más apacibles de Santiago. Atrás quedan los juegos, los paseos, los negocios de esquina y los jardines; las calles se llenan de apurados automovilistas, basura y la cordillera se pierde tras moles de concreto sin estética, hechas en serie para nuevos habitantes que sólo buscan un hogar de paso, y no se relacionan con su entorno. Ñuñoa se pierde, parece que ninguna iniciativa ha servido para frenar el descalabro.

Como consuelo de los tontos nos queda pensar que esto no es culpa de los Ñuñoinos, sino que es un problema nacional que ve en el progreso la destrucción de su historia, y en la plata, la mayor de las tentaciones que no conoce de valores. Cuando Chile esté sumido en el grisáceo concreto de su codicia, añoraremos a la distancia ese idílico rincón de flores amarillas que los nativos conocieron como Ñuñohue…

Fernando Imas Brügmann
Mario Rojas Torrejón

Si tienes algún aporte fotográfico o anécdota familiar, escríbenos a: contacto@brugmann.cl




Agradecemos por la ayuda para poder realizar esta investigación a:

General José Abarca Latorre, Director de Educación, Doctrina e Historia de Carabineros de Chile.

Shirley Duncan,  Castillo Ortúzar- Corporación Cultural de Carabineros
Rodrigo Cathalifaud, Palacio García- Corporación Cultural de Ñuñoa
Alejandro Zúñiga, Docente Liceo Manuel de Salas
Hermann Sepúlveda Torres, fotografías casa Mujica


Bibliografía
Walton, J. Álbum de Santiago y Vistas de Chile. 1915
Urzúa, A. Chile Agrícola. 1926
(1) Boza, C. Duval, H. Inventario de una arquitectura anónima. Editorial Lord Cochrane, 1982
Álbum Comuna y Hogar, 1933.
(2)Revista de carabineros. Nº 85, 1962.
Revista de carabineros. Nº 88, 1962.
Mendez C., A. Ñuñohue. Revista en Viaje, n°195. Enero 1950
Pérez de Arce, M. Smith Solar & Smith Miller, arquitectos. 2011



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12 comentarios:

Anónimo dijo...

Pertenezco a la familia Balmaceda y Quinger que vivieron en Gerona. Alli crecieron mis hijos. Hermoso barrio, excelentes vecinos. Hace poco pasé por la calle Gerona y me dió pena verla ¡qué cambio! Buen relato y triste verdad.

Patrimonio Urbano dijo...

Felicitaciones por tan detallado y profundo reportaje. Ñuñoa pierde día a día bajo el martillo de las pésimas políticas urbanas e inmobiliarias inescrupulosas su carácter de comuna apacible y acogedora. Las casas y los barrios son algo sumamente distintivo de esta comuna que no volverán.

Anónimo dijo...

Soy testigo de comolas inmobiliaras han "destruido" mi barrio (josé manuel infante- domingo cañas) construyendo torres de hasta 20 pisos, en este sector la municipalidad no pone limites de altura a los edificios, cada vez son menos las casas de valor patrimonial que quedan, algunos vecinos se ven obligados a vender tambien por el alto costo de mantencion, ya que muchos son adultos mayores jubilados..

ricardo rojas f. dijo...

Felicitaciones por el excelente reportaje,hay material espectacular, como ese plano de las propiedades rurales.Saludos.

Anónimo dijo...

Felicitaciones es un deleite disfrutar de un buen reportaje.

Andrés Morales Zambra dijo...

Muy interesante el reportaje. Les dejo otro blog para que sigan la historia del barrio Suárez Mujica en Ñuñoa.

http://barriosuarezmujica.wordpress.com/

Saludos.

Andrés dijo...

Muy interesante artículo, gracias.
Una pequeña corrección: lo que va quedando de la Fundación Arrieta está en Américo Vespucio con José Arrieta, no con Orientales como dice en el texto.
Saludos

Rayenenconstruccion dijo...

Hola, felicitaciones por el excelente artículo y además por reflejar un poco de la historia urbana de nuestra ciudad. Quisiera hacerles una pregunta. Cuando hablan de la población San José, a qué sector se refieres?
Esto lo pregunto, porque estoy haciendo una investigación del barrio el aguilucho, y he encontrado poca info.
Se agradecería cualquier info qu ,e pudiesen entregar.

Atte
Rayen

Sergio Martínez dijo...

Interesante artículo. Sólo una pequeña rectificación, el edificio antiguo del Manuel de Salas (del cual soy ex alumno) no fue hecho de concreto armado, sino (aunque pueda parecer increíble) de una estructura interna de roble americano y adobe (tengo fotos que tomé el año pasado cuando visité la reconstrucción, pero no sé cómo enviarlas).

jorge dijo...

Muy interesante el artículo.
Sobre la POBLACION SAN JOSE, habia unas casas en Alonso de Ercilla, entre Suecia y Espronceda que llamaban Población San Josè. Eran de ladrillo, patio interior, sin jardin externo. Ahora no estàn las que conocí (hay dos edificios en altura), aunque en el barrio siguen existiendo algunas parecidas. Por la cercanía con la Iglesia Santa Gemita podrian corresponder a lo que se señala en el texto. El resto son más bien chalets, aunque quizàs antes fueron viviendas obreras.

Anónimo dijo...

Estimados, excelente artículo, solo basto nombrar o hacer mención a la casa quinta de don Gabriel Gonzalez Videla y su sra Mitty ubicada en Pedro Torres,. la cual fue demolida sin ningún criterio; aumentando solamente las arcas de sus descendientes que no tuvieron ningún respeto por la historia.

Ricardo Torres Leschot dijo...

Buen material y excelente recopilacion fotografica. Queria mencionar que hay una casa en la calle Exequiel Fernandez numero397, entre Jose Domingo Cañas y Eduardo Castillo Velasco que tambien es muy antigua y no ha sufrido grandes cambios en el tiempo. Esta pertenecio a las familias Torres-De Castro y Leschot-De Castro y cuando fue vendida hace pocos años no se autorizo su demolicion debido a la antiguedad de la misma. Actualmente ahi funciona una Institucion llamada "Biblioteca Viva".